Creo que si tuviera que explicar por qué estoy participando en un grupo de "hombres" [1] contra el sexismo, es decir que por qué participo en un colectivo limitado por sexo/género la respuesta sería complicada obviamente.


Seguramente en algún momento de mi explicación tendría (inevitablemente) que pasar por la expresión "golpear mi cabeza contra el muro". Me parece que "goplear la cabeza contra el muro" es una expresión que define muy bien el sentimiento de muchas personas implicadas en la lucha antipatriarcal (y en otras muchas luchas posiblemente).


Mi primera toma de contacto con el feminismo (que es al fin y al cabo quien me ha ayudado a crear mi punto de vista sobre el tema) fue ya hace bastantes años y me imagino que como para muchos otros chicos este contacto sería accidental. Frecuentar el mismo centro social que las chicas del colectivo feminista de mi pueblo me llevó a comprender que las cosas en las que yo estaba involucrado no eran tan fáciles de explicar sin saltarse el tema del

género.


Despúes (bastante después) vino la teoría queer con su discurso sobre el género y el sexo como montaje desmontable, y tras algun tiempo de mirar sólo a la superficie de esta teoría empiezo a pensar si no estaré haciendo una lectura de todo esto que me ayude a esquivar el tema (y por tanto mi responsabilidad) del sexismo y los roles de género que manejo. Aun así supone un punto de vista del que rescato muchas cosas muy validas.


Pero algo que se ha mantenido durante todos estos años de ir y venir y de cambios en mi punto de vista ha sido precisamente la sensación de golpear mi cabeza contra un muro de ladrillos (o de hormigón en el peor de los casos). A veces contra muros fuera de mí y otras veces contra muros dentro de mí. Últimamente me duelen menos estos golpes contra muros interiores por haber asumido que van a estar ahí un buen rato, si no para siempre. Encontrarte

con otras personas, en el 99% de los casos hombres, que no entienden en absoluto la problemática de género tal y como yo la veo, que no son (somos) capaces de reaccionar ante ningún tipo de agresión o comportamiento violento derivado de nuestros privilegios, que no comprende el hecho de que efectivamente por haber sido educados hombres tenemos privilegios... me hace sentir golpeandome contra el muro. Siento que nos volvemos locos intentando justificar cosas que no son justificable si las aplicamos a otras cuestiones. Nadie habla con tanta ambigüedad de anticapitalismo o especulación como se habla de antisexismo en la mayoría de los círculos en los que me muevo. Siento que a pesar de décadas de feminismo todavía no hemos asimilado apenas nada de la profundidad de su discurso. Aún nos tomamos el feminismo como algo de lo que nos debemos defender, y no como un discurso liberador.


Obviamente cuando me topo con discursos más cercanos al ambito "queer", también a menudo me siento dandome golpecitos contra los ladrillos. [Me refiero a esto en el contexto del estado español, ya que aún sin conocer

demasiado los ambientes queer de otros paises me consta que son bastante diferentes.] Creo que el discurso queer ha calado hondo muchas veces en gente que lo ha usado para no asimilar el discurso de género que venía de antes (del

feminismo digamos "más clásico"). Ocurre también el efecto contrario (y a mi entender más saludable): gente que ha asimilado el discurso feminista desde una óptica queer, ya que hasta entonces era "cosa de mujeres", y bueno, gracias

a que no nos sentimos "tan hombres" desde la irrupción queer, podemos más fácilmente asimilar el discurso feminista o “profeminista”.


Es una manera simple y tonta de explicar algo que en realidad sé que es muy complicado... Pero en fin, que la triste realidad es que aunque discursivamente podamos decir "ya no somos hombres" y quedarnos tan anchos, en la realidad empezamos a golpearnos, a golpearnos esta vez contra nuestros muros adentro, que sólo veremos si miramos bien, pero que están, vaya que si están.


Me cuesta a veces creerme todo lo que queda de hombre en mí. Es siempre mucho más de lo que me esperaba. Y no pretendo caer en la paranoia y la flagelación cristiana con este tema. Es sólo que bueno, exceso de confianza en uno mismo (muy masculino por cierto), siempre acabo pensando que ya está, que ya lo he hecho, que he cambiado. Como si estuviera engañando a mi psicoanalista o alguna mierda así. Y vaya, las situaciones, los sentimientos, la gente alrededor... me van enseñando cuántas veces más la puedo cagar aún. Cuantas veces más puedo mirarme y ver cosas que no me gustan. Y no me torturo por esto, al contrario, saber que te quedan cosas por hacer, por cambiar significa para mí saber que sigues vivo, que la sangre corre y el sol está ahí cuando te levantes para ayudarte a entender nuevas cosas a las que a lo mejor antes ni siquiera habías mirado. Esto es vivir para mí.


Y por esto me gusta estar en un grupo de gente que comparte no sólo la misma sensibilidad conmigo sino también al mismo bagage en gran medida. Obvio que el resto de categorías que se nos cruzan en el camino nos determinan mucho como diferentes. Digamos practicar la heterosexualidad o no, ser europeos o no, venir de diferentes entornos económicos... Todo esto lo hace un lío importante, pero en nuestra breve experiencia en "alcachofa", creo que todos hemos podido ver que el "factor hombre" nos ha determinado mucho y de una forma bastante similar.


Además, participar en un gurpo limitado por el género no significa que tu vida se limite a eso ni que automáticamente haya dejado de relacionarme con mujeres. Significa que un grupito de gente nos hemos juntado para coger la

escoba por el mango y empezar a limpiar por donde ha de hacerse: por la propia casa. Esto a lo mejor nos puede permitir crear un punto de vista propio y a transmitirlo desde una perspectiva sincera. Bueno, eso creo que intentamos.